miércoles, 31 de diciembre de 2008

Correr con una meta

En cuanto al análisis de 1 Cor 9, 24-27 sugiero mis artículos publicados en catholic.net con ocasión del Año paulino clic en Pablo y el deporte .
Recomiendo este video como una reflexión visual del texto paulino


lunes, 29 de diciembre de 2008

Deus Ludens 2.


El deporte de Dios.


Las tres citas que veremos a continuación, muestran la manera como el texto bíblico emplea para el Dios lúdico las figuras del ejercicio guerrero; en ellos lo encontramos retando, desafiando y luchando cuerpo a cuerpo; una vez resulta vencedor y en otra es vencido, en ambos casos otorga bendiciones.

De la experiencia de Dios que el texto hebreo narra como un Dios que juega en el pleno sentido del regocijo y la paz, se pasa ahora a la de Dios jugando rudo, un luchador que combate cuerpo a cuerpo, cara a cara con sus contendor, como se puede leer en Gen 32, 22-32, en un breve relato que trata sobre la lucha nocturna de Jacob con un desconocido, y en el que al parecer el escritor sagrado toma de alguna antigua tradición extranjera, la leyenda de los ataques nocturnos de divinidades que luchan con los hombres, de donde resultaba que en ocasiones estos se apoderaban de alguna parte de la fuerza de aquellos.
[1]

Esta cita, que por demás desconcierta a no pocos lectores del Génesis, pues interrumpe un gran bloque de narración, y aparece como un material insertado sin aparente finalidad literaria, pero que puede ayudar a dar explicación del nombre del lugar, de una costumbre alimentaria del pueblo, y básicamente a la experiencia mística
[2] de purificación interior del patriarca que ha venido luchando con los hombres por lograr una bendición, y de ahí el nombre de Israel[3]:

24 Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. 25 Cuando vio que no había prevalecido contra Jacob, lo tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. 26 Entonces el hombre dijo: Suéltame porque raya el alba. Pero Jacob respondió: No te soltaré si no me bendices. 27 Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob. 28 Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Dame a conocer ahora tu nombre. Pero él respondió: ¿Para qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida. 31 Y le salió el sol al cruzar Peniel, y cojeaba de su muslo. 32 Por eso, hasta hoy, los hijos de Israel no comen el tendón de la cadera que está en la coyuntura del muslo, porque el hombre tocó la coyuntura del muslo de Jacob en el tendón de la cadera. (Genesis 32:24-32).


El episodio se sitúa en Yaboc, Penuel, donde Jacob ha de combatir internamente con un desconocido durante una larga y oscura noche en la que al amanecer no pudo mas sino declararse vencido, suplicando que le soltara, pero en esta lucha Jacob reconoce el carácter divino de su contraparte y como sus luchas ha sido la de encontrar la bendición de Dios, pone esta condición como seguro vencedor. “No te soltaré hasta que no me bendigas”.


El logro obtenido por el patriarca, fue ciertamente ser reconocido por Dios bajo una nueva misión nombrándole como Israel, que se forma del verbo sará que quiere decir contienda, lucha, tener poder, ser fuerte y el nombre él, que una de las tradiciones atribuye a Dios. El nuevo nombre de Jacob, se explica por lo que Jacob ha luchado contra los hombres, contra Dios y le ha vencido[4] esta fue su victoria, aquí el vencido bendice al vencedor.

Por otro lado, el escritor sapiencial también emplea la imagen del Dios luchador para iniciar la intervención de Dios frente a Job, como en una contienda (Cfr Job 38, 2), aquí el Deus ludens reta a Job a una lucha cuerpo a cuerpo: “Ciñete pues tus lomos, como un hombre”, puesto que entrará, conforme lo interpreta JAMIENSON, R
[5], a una contienda que exige recogerse el manto, levantarlo, ceñirlo a la cintura y ponerse en actitud de respuestas a los envites del luchador. El imperativo Cíñete los lomos, puede interpretarse como “ponte el cinturón de lucha”[6], como se lo ciñó Elías, esta vez para la carrera delante del carro de Acab (1 Rey 18, 46).


Los luchadores se ubican cara a cara, inician el combate intentando sujetar fuertemente al contendor por el cinturón. En Job 38, 2, es Dios quien inicia el combate, justo con una serie de sabias preguntas que terminan con un desafío: “¿Podrá el que censura contender con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto” (Job 40, 2).

En este primer lance, Dios doblega a su contraparte, y aunque declara que se mantendrá en silencio, es decir que no responderá a la lucha, hace un nuevo envite con la misma expresión inicial: “Ciñe ahora tus lomos como un hombre; yo te preguntaré y tu me instruirás” (Job 40, 7).


En esta segunda ronda de preguntas, Job responde, pero sus palabras no son desafiantes como las de Dios, la reacción de Job es la de poner fin a la lucha, pues se declara vencido: 4 "Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás." 5 He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. 6 Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza. ( Job 42,4-6). En esta lucha el vencedor bendice al vencido.

Si hay deportes que se aproximen al sentido del juego, son aquellos que se practican con la pelota, en la siguiente cita encontramos la única referencia que de ella hace el texto bíblico:
“Te enrollará bien como una pelota (dûr) y te lanzará a una tierra muy espaciosa. Allí morirás y allí quedarán tus magníficos carros, oh tú, vergüenza de la casa de tu Señor." (Is 22, 18).

Es preciso anotar que de acuerdo con el Diccionario Bíblio Hebreo Español la palabra hebrea dûr hace referencia a lo circular
[7], puede ser traducida como pelota o como aro o círculo[8], que la Septuaginta interpretó como que Dios coronará con la corona de gloria y lo lanzará a un gran país[9], pero por otra parte, la Vulgata lo entiende como que lo coronará con una corona de tribulación y lo lanzará hacia una tierra espaciosa[10].

La manera como se elaboraba la pelota y se jugaba con ella en el pueblo vecino de Egipto, ayudará a decidir interpretar el sentido empleado por el autor bíblico en este difícil vocablo. En primer lugar, como lo afirma Smith,W.T, los niños no fueron los únicos que jugaron con la pelota en los tiempos antiguos, de manera que podemos dar pos supuesto que los adultos emplearon este objeto lúdico para sus juegos que de hecho fue empleado recurso del entrenamiento.

El material así como la forma en que se elaboraba la pelota entre los pueblos vecinos a Palestina, hace suponer a Smith que el pueblo de Jeremías conoció la pelota y jugó con ella. La pelota se fabricaba con cuero o piel rellena de afrecho, aserrín, arena o cascaras, se le enrollaba y apretaba con costuras externas; y en un campo bastante extenso los jugadores luchaban para trasladar una pelota desde su propio campo hasta el campo del grupo contrario.

Si se conviene en traducir la palabra (dûr) por pelota como lo hace la Vulgata, y algunas versiones modernas, de lo cual no estamos totalmente seguros, podríamos atrevernos a suponer que el pueblo hebreo conoció y jugó este tipo de juego. Con esta limitación, nos acercamos al texto del profeta y encontramos una analogía entre el juego de Dios con Sebná y el juego del hombre con la pelota:
“He aquí que Yahvé te hace rebotar, hombre, y te vuelve agarrar”. (Is 22,17).

El juego de Dios con el hombre es poderosamente creativo, apaciguado y recreativo, en ocasiones entran en una contienda donde puede resultar vencido o vencedor, y en ambos casos Dios juega a favor del hombre; lo bendice. Este juego es el juego justo y sabio del Deus Ludens y de esta manera es como quiere que juguemos los hombres entre si, favoreciéndonos los competidores unos a otros sea cual fuere el resultado de la competencia.


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[1] CORTÉS, E y otros. La Biblia día a día. : Comentario exegético a las lecturas de la liturgia de las horas. Madrid: Ediciones Cristiandad. 1981. p.99.
[2] LEONARDI. C; RICARDI, G. Z y ZARRI.G. Diccionario de los santos. Bogotá: Sociedad de San Pablo. 200. P1171.
[3] MARTUCCI.J. Preguntas sobre la Biblia. Bogotá: Sociedad de San Pablo. 2002. p31.
[4] TABET. M.A. Introducción al Antiguo Testamento Madrid:. Ediciones palabra, 2004. P163.
[5] JAMIENSON, R. FAUSSET, A.R. y BROWN.D. Comentario exegético y explicativo de la Biblia. T.I. Buenos Aires: Casa Bautista de publicaciones. Sf.. p431.
[6] LEVINE, E. Un judío lee el Nuevo Testamento. Madrid: Cristiandad. 1980. p304.
[7] ALONSO, Schoékel. L. Op,cit. p.174.
[8] JENN.E. Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento. Madrid: Cristiandad. 1978. p. 682
[9] Confróntese el texto alejandrino: Is 22:18.
[10] Comparar con el texto latino de la Vulgata: VUL Is 22:18 "
coronans coronabit te tribulatione quasi pilam mittet te in terram latam et spatiosam ibi morieris et ibi erit currus gloriae tuae ignominia domus Domini tui"

domingo, 24 de febrero de 2008

Deus Ludens 1.

El Dios creador del Antiguo Testamento ha jugado desde la eternidad y hasta nuestros tiempos; sus actos lúdicos se expresan en el gozo de la creación y en la bendición de la creatura que tiene como compañera de juego.
El acto creador de Dios es el juego más grande que Dios ha tenido con el mundo, una danza plenamente creadora que Dios hace por complacencia, en referencia a esto, el libro de Los Proverbios trae una clara alusión al juego de Dios antes, durante y después de la creación, que refuerza la imagen teológica del Deus ludens:
“Yo estaba entonces junto a él, como aprendiz yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia jugaba con la bola de la tierra, disfrutaba con los hombres” (Pro 8, 30-31).
El hebreo trae el verbo sachaq en la forma piel en participio y en femenino, indicando el juego de la Sabidurìa divina; sin embargo la traducción de los Setenta interpreta el acto de la sabiduría delante de Dios como regocijo en lugar de juego, como lo hace el texto de la vulgata. El autor de Los Proverbios ha querido enfatizar la eterna y gozosa presencia de la Sabiduría con actos lúdicos. Así pues, la sabiduría que jugaba delante de Dios antes de la creación, luego con el mundo (La Bola del orbe) durante la generación de la tierra, ahora se deleita con la humanidad buenamente creada en el goce de la plena libertad.
Todo lo anterior quiere decir que el hombre es un compañero voluntario de juego, danza y alabanza ( Cfr. Sal 30,11; 149,3; 150,4; Cant. 6, 13; Jer. 31, 13; Lam. 5:15). Actos a los que el salmista frecuentemente convoca como la máxima posibilidad de regocijarse con el Creador. Justamente, el Génesis da cuenta del cotidiano y familiar regocijo que había entre El Deus Ludens y el primer hombre liberado; cuando describe el paseo de Dios por el jardín del Edén:
“Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa” (Gen 3, 8).
Con la frescura de la brisa en la hora de la tarde caminaba (paseaba) el creador por medio de la naturaleza, en contacto con el aire fresco y libre, para encontrarse con su compañeros de juego, y disfrutar de la vida; una actitud netamente lúdica, deportiva y recreativa.
La feliz imagen del Dios lúdico se capta además en la narración de la experiencia de Sara a quien Dios le hace reír. La secuencia literaria del la risa de esta mujer se encuentra narrada en Gen 18, 12.13.15; 21, 3.6; en donde se alcanza a apreciar el impacto emocional que produce la intervención maravillosa de Dios sobra la frágil capacidad que tiene el ser humano para comprenderla, y por consiguiente no solo reacciona riendo (Gen 18, 12) sino negando que ríe (Gen 18, 15), pero al final concluye confesando que ella no se ríe por si misma, sino que ha sido Dios quien le ha hecho reír, Sara comprende además que cualquiera que le oiga participará de esa increíble felicidad otorgada por Dios (Gen 21, 3). En el relato, Abraham ha tenido la misma reacción risueña de su esposa, reconoce el íntimo misterio del Dios que da la risa, por eso al hijo le pone el nombre de Isaac que quiere decir: “Dios ríe”.
El Dios de Adán y Eva, de Abraham y Sara, también se expresa lúdico después del diluvio cuando por su propia iniciativa le comunica a Noé y a toda su familia, y en ella a toda la humanidad, que ha establecido una promesa perdurable de no agresión, dejando como señal para toda la tierra, su arco depuesto y colgado sobre las nubes (Gen 9, 12); se trata del siempre sorprendente y maravilloso arco iris, uno de los mas hermosos juegos de Dios, con el que cada vez el hombre de todos los tiempos no solo se regocija, sino que se pacifica y tranquiliza.
Por tres veces, el relato hace recordar que Dios lo pondrá como señal de paz en las nubes. “Yo pongo mi arco en la nube” (Gen 9, 13); “aparecerá el arco en las nubes (Gen 9, 14); “saldrá el arco en las nubes” (Gen 9, 15).Con este juego multicolor, Dios apacigua los temores de la humanidad, su iniciativa denota la imagen de Dios guerrero armado con un arco; un arquero que por medio del diluvio ha manifestado su poder aniquilador, y ahora toma la iniciativa para establecer un pacto con el hombre vencido, prometiéndole paz y vida permanente.
Comparto el comentario de Rambán en el sentido que Dios ha puesto su arco sin apuntar hacia la tierra, pues no se dispone arrojar fuertes flechas hacia sus moradores, a la manera como los enemigos deponían sus arcos dirigiéndolos hacia ellos mismos, en señal de paz hacia sus adversarios.
El juego divino de la paz se exhibe ahora desde el cielo para recordarse así mismo de su proyecto pacificador para con la tierra y todo cuanto en ella vive y habita, y para anunciar su paz eterna.